jueves, 5 de marzo de 2009
La Quinta Verde
La Quinta Verde vigila desde lo alto de la avenida El Puente la ciudad de Santa Cruz de La Palma. Una finca de 9.000 metros cuadrados cargada de historia con una casona rodeada de densos jardines bien conservados, casi un bosque encantado. No se trata de una hacienda aislada en medio del campo. La Quinta Verde es uno de los mejores ejemplos de Canarias de construcción suburbana, próxima a la ciudad, del siglo XVI. Aún hoy, el valor de la villa, sumado al de su entorno natural, no deja impasible a nadie, mucho menos a los turistas, que se asombran al contemplar una estampa tan inusual como atrayente.
La Quinta Verde que podemos disfrutar actualmente, fruto de diversas rehabilitaciones, ha sido testigo de los cambios que se sucedieron en la zona. Pasó de ubicarse en terreno casi rural a ver cómo, con el desarrollo urbanístico de los últimos años, los modernos edificios crecían a su alrededor. Pero aunque el paisaje se haya modificado, nada ha menoscabado su patrimonio.
Bautizada como La Quinta Verde por el color que sus primeros dueños dieron a la carpintería, hoy, sólo con mirarla desde la calle, desde allí abajo, la vivienda incrustada en el acantilado desprende una magia especial. Inquieta. Quizá sólo sean sensaciones generadas por el halo de misterio que rodea sus paredes. En el siglo XIX y principios del XX, fue propiedad, entre otras personas, de la poetisa Leocricia Pestana Fierro, una persona contradictoria y de un carácter peculiar. Aunque moderna para su época, era tímida, enviudó pronto y se encerró en la casona.
La leyenda cuenta que, tras su muerte, su espíritu se aparecía cultivando los rosales que tanto amaba en vida. Así lo reflejan las letras de una canción de "Taburiente", que hablan de la "dama blanca" que nunca abandonó su Quinta Verde. Dicen algunos que el personaje mítico de Leocricia se quedó en los pasillos de la hacienda, donde también en su día sus familiares celebraron las reuniones más oscuras de los masones, esa comunidad que practicaba la caridad anónimamente y que trabajaba en secreto a través de logias organizadas.
La Quinta Verde está hoy impregnada de paz, quizá porque ha estado cerrada, sola y en silencio durante muchos años. Parece haber olvidado la actividad que le caracterizaba cuando fue la residencia de la familia Massieu. Era la hacienda donde solían ir a veranear y, en periodos vacacionales, las fiestas allí eran tan bulliciosas como famosas. Era también una de las despensas con las que contaban los Massieu, quienes mantuvieron importantes contactos comerciales con Inglaterra en una época en la que el vino, junto con la caña de azúcar, era uno de los mayores motores económicos de la Isla.
Una portada con un marco de piedra molinera negra da paso a una inmensa propiedad. El camino de acceso conduce a una gran escalinata de piedra que, adosada al risco, lleva hasta una segunda portada, de cantería roja. El paseo sigue hasta el terrero situado delante de la casona y, una vez dentro, la arquitectura modesta, tradicional canaria, da la bienvenida a los visitantes a través de un patio central, coronado por una fuente. Pronto se llega, como mandaban los cánones religiosos de la sociedad palmera, a una capilla que guarda todo su artesonado, como el de una iglesia, pero de origen mudéjar y cuya cubierta combina las formas geométricas arabescas con unos querubines propios de la cultura católica.
El patio da paso también a los dos módulos de la casa, bien diferenciados, unos espacios que se utilizarán según un convenio firmado recientemente entre el Cabildo insular y el Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma, para instalar una sala de exposiciones y formación, que convertirán a La Quinta Verde en un aula de educación medioambiental en la que se aprovechará su patrimonio histórico, cultural y natural. Mostrará por fin todo su encanto y cautivará sin duda tanto a los vecinos como a los turistas.
Y yo espero estar vivo para ver ese centro, ya que llevan muchos años en la remodelacion de este emblematico edificio de la "ciudad". Hay que reconocer, que para los politicos que gobiernan la capital, prefieren poner un parking en un barranco que arreglar, reformar y aprovechar todos los monumentos históricos de Santa Cruz de la Palma, que son muchos, y que son símbolo de la historia palmera. Ellos prefieren realizar una "basura de obra", en la cual creen que van a ganar mucho dinero, cuando es al revés, solo van a tener pérdidas. ¿O alguien ha visto entrar o salir algún coche de dicho parking? Lo que no saben los políticos es que el palmero no va a aparcar su coche y encima pagar. Eso pasa en las grandes ciudades, pero en Santa Cruz de La Palma, no ocurre eso, porque aún siendo fiesta, como los Indianos, siempre hay algún lugar, gratis, donde aparcar. En mi modesta opinión yo remodelaría todos los monumentos, los aprovecharía y encima los promocionaría en el extranjero, ya que a los turistas les encanta ver monumentos históricos, y se podría sacar más dinero de esa forma que no con un parking que solo crea problemas, para el comerciante y sobre todo para el palmero que vive por esa zona.
ResponderEliminarPues la verdad es que sí, creo que se debería aprovechar más los monumentos que poseemos y sobre todo también cuidar y dar más importancia a los edificios antiguos que hay en Santa Cruz de La Palma prácticamente en ruinas. Por otro lado creo que los habitantes de Santa Cruz de La Palma tarde o temprano nos acostumbraremos a eso que tan raro nos parece como es aparcar en el parking cuando vayamos a "La Ciudad". Es cierto que ahora tenemos el privilegio de tener dos zonas de aparcamientos importantes como son "La Terrera" y los del Muelle, pero estas dos zonas de estacionamiento terminarán desapareciendo, por la macroplaya que quieren hacer en el litoral de "La Ciudad" y también porque tengo entendido que van a hacer una plaza en la zona y creo que ésta empezará a construirse en breve, pero bueno todos sabemos lo que pasa con las obras y más en Santa Cruz de La Palma: Pabellón deportivo, el propio parking, la plaza de la Alameda...
ResponderEliminar