domingo, 23 de mayo de 2010

El Ingeniero de las almendras


Toda historia tiene un principio y un final. No escapa a una conclusión lógica, por mucho que se retrase el momento. Y la de Asteroide no iba a ser la excepción. Tras medio siglo protagonizando el papel del único "ingeniero" capaz de construir y hacer que funcionase una máquina especial, hecha para cascar las que posiblemente sean las mejores almendras del mundo, toca contar el ocaso de la actividad y el adiós laboral de un hombre de 70 años admirado incluso por muchos técnicos mecánicos de grandes multinacionales, por su tradicional ingenio, la primera cascadora de almendras que se construyó en Canarias.

En realidad no se llama Asteroide, sino Marcolini Hernández Luis. Asteroide fue el nombre que le querían poner pero, como ocurrió con muchos otros, la Iglesia y la nomenclatura de los santos lo impidieron, aunque su padre lo siguió llamando como él quería y como hoy lo conoce todo el mundo.

Era, desde hacía 51 años, responsable mecánico, técnico de mantenimiento, maquinista, cargador, electricista, capataz, operador, representante comercial... y todo lo que hiciera falta dentro de la cascadora de almendras de Los Llanos de Aridane. Él mismo lo aclara: "Lo único que me faltó fue ponerle música a la máquina para pelar almendras". Era el "ingeniero" capaz de hacer funcionar un ingenio único, diseñado y construido por él mismo y cuidado a lo largo de todo ese tiempo sin tener que cambiarle una sola pieza mecánica, "era irrompible".

Pero ni la particular cascadora de Asteroide ni su constructor pudieron impedir el cierre de esta actividad tradicional vinculada a un cultivo que hoy en día es casi simbólico. Los propietarios de la cascadora, herederos de su fundador, Antonio González Yanes, decidieron que ya no era viable o rentable, y con ello firmaron la jubilación del creador.

Y eso que la cascadora de almendras de Los Llanos seguía siendo la que facilitaba almendras peladas a toda La Palma, con la pequeña excepción de dos cooperativas familiares en Puntagorda (que también han cerrado).

El fin de la actividad.- Desde hace unos meses, la instalación permanece abandonada. Asteroide aún va de vez en cuando, con alguna visita que sigue interesándose por la ingeniosa máquina y la actividad extinta: "Hace poco estuvo un señor del Cabildo mirando y valorando, pero no se si hay planes, creo que no".

Todavía hay quien se queja de que no se esté cascando la almendra: Matilde Arroyo, por ejemplo, que era en la Isla la que más consumía almendras para sus tradicionales postres de Bienmesabe o Príncipe Alberto. "Tuvo un serio disgusto cuando lo dejamos".

Ahora mismo nadie casca a nivel industrial almendra de La Palma, "lo puedo asegurar, sí acaso a nivel familiar para algunos pequeños puestos del mercado, y eso pese a los 300.000 kilos que hay en los árboles de Puntagorda, Tijarafe y El Paso".

La cascadora se paró y cerró definitivamente una actividad que entre 1960 y 1980 llegó a exportar almendras peladas a varias ciudades españolas y europeas, en su mejor momento. Asteroride no recuerda bien el año, 1963 o 1964, pero en ese tiempo se embarcaron hasta dos millones de kilos de almendras: "enviábamos almendras cascadas de La Palma para Inglaterra, Alemania y Monaco. Se embarcaban en esas épocas hasta 10.000 kilos de almendras cada lunes". Casas comerciales como Jijona o Tirma compraban el producto.

Llegaron a haber en la fábrica hasta 24 mujeres separando cáscaras del grano. Luego otra máquina las sustituyó, porque separaba sola las pipas de las almendras, "y me quedé solo".

Después de los años 90 "esto era otra cosa, se había reducido bastante el negocio en el exterior y entró la almendra de fuera, la americana". La cascadora murió en las manos de sus últimos herederos

El ingenio mecánico.- En el edificio vacío quedan varios sacos con almendras sin pelar, unos 1.000 kilos que no se llegaron a tocar y una máquina que incluso parada asombra por su conformación, la que Asteroide quiso darle, esa que tanto llama la atención de los ingenieros de verdad, de los de la universidad.

Él es la única persona capaz de arrancar la cascadora: "puedes traer a Jesucristo clavado y se marcha igual de clavado porque tampoco la arranca. La monté yo cuando tenía 15 años y conmigo trabajó hasta hace unos meses". El ingenio mecánico, en gran parte de madera, es una de esas curiosas maravillas de los años 50 que aún funcionan.

Y Asteroide presume de ello: "hace casi un año apareció un señor mayor en la cascadora que quería ver de primera mano la máquina. Se la enseñé, le expliqué el sistema y cuando le dije que todo lo que tenía la máquina era de fábrica", que estaba intacto, hasta los rodillos, se asombró: "qué me dice usted". Luego le dijo que era el gerente de la casa Mercedes, la de los coches alemanes, que sus compañeros le habían llevado fotos de la máquina y tenía que verla, "es como un laberinto".

No es para menos, puede presumir. Con tanta tecnología un ingeniero de Mercedes vino a ver poleas y madera que han funcionado sin parar durante más de 50 años, cuando hoy en pocos años se cambian piezas de los nuevos motores y máquinas.

Por ello Asteroide lo recuerda cuando puede: "en esta máquina no se ha comprado un solo repuesto en cinco décadas, lo que se coloca lo hago yo mismo. Te digo más, si la arranco de nuevo vuelve a partir almendras como si nada, con el mismo rendimiento que tenía antes de apagarla".

Chacón, Maikel. Periódico El Día, [23 de mayo de 2010]

domingo, 16 de mayo de 2010

Un tesoro enterrado en alguna de nuestras playas


Era el año 1859. José María Notel se "pudría" en una cárcel de Ceuta. En aquellas oscuras paredes del penal donde había dado con sus huesos acusado de asesinato, tras una vida de aventuras y sinsabores, trataba de plasmar en una carta la historia vivida hacía ya siete años en una playa de La Palma. Contaba cómo había escondido un tesoro en la arena negra, el lugar elegido para enterrar 2.000 onzas de oro y la necesidad de recuperarlas...

Es una historia real. Al menos, la carta existe. El investigador palmero Jesús Manuel Lorenzo Arrocha la encontró en un archivo privado, allí donde familiares del receptor de la misiva, una personalidad de reconocido prestigio en La Palma de aquella época, la guardaban con sigilo, y decidió publicarla en el libro "Galeón, naufragios y tesoros", aunque evitó citar tanto el término municipal al que pertenece la playa donde se enterró el tesoro como el nombre completo de a quien se dirigía la carta, lo que todavía hoy sigue siendo un secreto. "Es mejor así", afirma.

La idea de Notel era que el destinatario de su carta, de nombre José, y del que tenía muy buenas referencias, se encargara de desenterrar el tesoro para repartirlo entre ambos a partes iguales, ya que desde una cárcel poco podía hacer por recuperar el oro sin ayuda. Desesperado entre cuatro paredes, mandó una primera carta (la que se publica en el libro) para contactar con el ilustre palmero, con el compromiso, una vez supiera que efectivamente estaba vivo y que era la persona elegida, de enviar una segunda misiva con un plano sobre el lugar en el que debía excavar en busca del tesoro.

El marinero cuenta desde la cárcel en Ceuta que salió del puerto de La Habana en 1852. Iba en el barco Valandro Rosa, con destino a Guinea para la compra de esclavos. "Dos mil onzas de oro para entregarlas al factor Mariano Recio que se allava en Puerto de Gallinas, con el fin de que hiciese acopio de negros, tanto para el buque nuestro como para la fragata Duquesa y el vergantin Guaira...", relata textualmente en la misiva.

Sin embargo, al capital del buque, Manuel Acosta, decide parar en La Palma con la idea de esconder las onzas de oro en la playa de arena negra y, posteriormente, hundir el barco en las Islas Salvajes, haciendo creer que se trataba de un naufragio. Sólo tres personas bajaron a tierra para enterrar el tesoro, "diciendo el capitán a la gente que iva con dirección dever un amigo...". Una vez elegido el lugar, "hicimos una excavación de bastante profundidad donde dimos sepultura a los dos cajones, y cubriendolos de tierra tomamos los dos muy bien las señas del sitio fijo donde quedaron".

Las otras dos personas que conocían el lugar donde fue escondido el tesoro, el capitán y el contramaestre del buque, fallecieron tiempo después, sin poder ir en busca de las onzas de oro, quedando el protagonista de esta historia, con datos que se han podido comprobar que son ciertos, como único testigo de lo ocurrido. En la carta, José María Notel, que niega abiertamente haber sido culpable del asesinato por el que está preso, confía "en el corazón bondadoso" del ilustre palmero, al que ruega "ofreserme su importante favor y apoyo hasta rescatar ese caudal enterrado, el que parteremos no como amigos y compañeros en sentimientos sino como propios hermanos".

Lorenzo Arrocha está convencido de que "todo es real. Por lo que he podido investigar, cuadra toda la historia". Es más, entiende que las onzas de oro "pueden seguir escondidas en la misma playa, aunque también puede ser que alguien, por las circunstancias que sean, las haya podido encontrar". El investigador palmero cree además que el destinatario de la carta "nunca le respondió. De lo contrario, hubiera destruido la primera carta que recibió y no estaría en el archivo familiar. Todo son hipótesis, pero parece que no le hizo caso. Seguramente pensó que eso de un tesoro...".

El escritor del "Galeón, naufragios y tesoros", entiende que "no parece lógico que nadie se invente un cuento así. La carta es extensa y no da esa impresión, en absoluto. Es muy verosímil todo lo que dice". Lo probable es que el tesoro esté escondido "y alguien lo encuentre algún día".

Martín, Víctor. Periódico El Día, [16 de mayo de 2010]

viernes, 19 de marzo de 2010

E-ELT pa'rriba, E-ELT pa'bajo


Últimamente uno de los temas de conversación más actuales de la isla, además de cómo se presenta la Bajada 2010 es la de la posible (ya no tanto como antes) colocación del Telescopio Extremadamente Grande en nuestra isla. De hecho, hay muchas organizaciones volcadas para que este hecho se produzca, así como clubes deportivos de la isla e incluso del archipiélago que se están volcando con el tema en forma de camisetas o pancartas en sus encuentros.
Sería interesante en un futuro próximo poder decir con orgullo que tenemos en nuestro Roque de Los Muchachos al tan deseado por la mayoría Telescopio, pero... ¿ganamos algo más a parte de esto los palmeros? Probablemente lo que piense a cerca de esta pregunta que formulo sea fruto de mi ignorancia al respecto, aunque también pienso con rotundidad además de que esta ignorancia mía es fruto de la falta de información que hemos recibido. Esto lo digo porque todos sabemos que los astrofísicos que ejercen su profesión en nuestra isla son extranjeros en su inmensa mayoría, además de que hacen poca vida lejos de sus telescopios. También doy por obvio de que a pesar de que en la isla existen muchas empresas que se dediquen a la construcción, será una empresa foránea la que se encargue de semejante obra por el simple hecho de su complejidad. Con esto no quiero decir que las empresas de la isla sean incompetentes, simplemente digo que no están especializadas en obras de estas características.
Otro hecho que me da a pensar de manera poco entusiasta es que si finalmente construyen "al amigo", ya hay grupos ecologistas con el cuchillo entre los dientes para salir a la defensa del medio natural enclavado en el Roque de Los Muchachos.
No todo son cosas negativas contra el asunto. He oído que la Consejería de Infraestructuras se comprometería a mejorar el acceso rodado hasta la máxima altitud de la isla, con lo que sin lugar a duda saldríamos beneficiados todos lo que queramos acceder a ella, además de que probablemente se le daría trabajo a las empresas palmeras para realizar dicha obra.
En fin, que no le veo yo utilidad a esto de que el telescopio este se ubique en nuestra isla. Seguramente habrán muy buenas razones, las cuales me gustarían que me las explicasen si es que realmente existieran...

jueves, 28 de enero de 2010

Orígenes de la Formación Profesional en La Palma: La Sindical


A fines de la década de los cincuenta del siglo pasado se produce en la política económica del régimen franquista un cambio obligado por las circunstancias del estancamiento económico crónico que padecía. Se pasa desde el aislamiento y la autosuficiencia económica, la llamada "autarquía", hacia una liberalización y un impulso industrial que se concretó en los llamados Planes de Desarrollo. En dicha coyuntura se hizo imprescindible contar con obreros cualificados y técnicos intermedios que posibilitaran tal cambio. Se dio por tanto un impulso decisivo a los estudios de Formación Profesional, hasta ahora la "cenicienta" del sistema educativo vigente por entonces.

En este contexto el Cabildo Insular de La Palma presidido por D. Fernando del Castillo Olivares, planteó "la idea (...) de que en el antiguo Convento de San Francisco se dieran clases de cultura general y enseñanzas profesionales". Con anterioridad el Cabildo había realizado gestiones con los Padres Salesianos para tal fin, pero las mismas no llegaron a buen puerto.

En 1958 se crea el Patronato para poner en marcha el proyecto. D. Manuel Fernández de las Casas, Delegado del Gobierno en la isla y Alcalde de S/C de La Palma por aquel entonces, explicaba con meridiana claridad los motivos que justificaban la implantación de dichas enseñanzas en la isla: "(...) no se escapará a nadie la importancia de la Escuela, pues la falta de la misma se palpa a diario tanto por los Empresarios, como por los obreros, y por las propias Autoridades al ver como andan por nuestras calles esa juventud sin profesión especializada que termina siempre en el corriente peón que tanto abunda". Señala igualmente que de los que pasan a cursar Bachillerato muchos abandonan y muy pocos acceden a carreras superiores "encontrándose entonces en una situación difícil, sin porvenir y al considerarse fracasados es cuando surge lo de la emigración, y claro está han de hacerlo como peones, pues no para otra cosa están preparados. La Escuela, pues tratará de resolver este problema haciendo especialistas que sean la base del desarrollo industrial que España necesita(...)".

El 11 de septiembre de 1958 se constituye en la sede de la Delegación Insular de Sindicatos, el Patronato de la Escuela Taller Nuestra Señora de Las Nieves, bajo la presidencia del Delegado Provincial de Sindicatos "camarada José Manuel Gutiérrez Abelló" el cual agradece al Excmo. Cabildo Insular "su valiosa cooperación plasmada en la cesión del edificio para la Escuela" ubicada en el ex convento de San Francisco. El 28 de diciembre de 1959 se constituye el Patronato Rector dependiente de la Obra Sindical. En dicha sesión se acuerda que la matrícula de los alumnos sea hasta el próximo diez de enero. También se propone a la Delegación Provincial de Sindicatos la plantilla de personal para que pueda empezar a funcionar el centro en enero, quedando el primer claustro constituido por:

v Personal docente: D. Juan B Fierro Pérez (Lengua castellana y Geografía e Historia), D. Rodolfo Afonso Hernández (Matemáticas y Trabajos manuales), D. Antonio Eolo González Álvarez (Ciencias), D. Agustín Benítez Lorenzo (Dibujo y Tecnología General), D. Cipriano Valcárcel Jaubert (Capacitación Sindical). Quedan pendientes de nombrar la plaza de Religión (por designación del Obispado) y las de Educación Física y Formación del Espíritu Nacional (a designar por el Frente de Juventudes).

v Personal de Taller: D. Juan Álvarez Tabares (Metal) y D. Carmelo Pérez Hernández (Electricidad).

v Personal técnico: Como médico a media jornada D. Rafael Hernández Álvarez y como practicante D. Mario Piñero Sánchez.

v Personal de administración: Se acuerda que la Secretaría la desempeñe "el Secretario de la Delegación Sindical Insular camarada Ernesto Martín Lorenzo y la plaza de Auxiliar queda vacante en espera de recibirse instrucciones que el Mando Provincial de Sindicatos dicte al respecto". Como subalterno se propone a D. Alfonso Martín Lorenzo, quedando igualmente pendiente la plaza de "mujer de la limpieza".

El primer Director del Centro fue D. Germán de Granda Gutiérrez, el cual cesa a final de curso por traslado a La Laguna, siendo sustituido en septiembre de 1960 por D. José Francisco García Méndez. lo largo de 1960 se toman diversos acuerdos para consolidar el recién creado Taller Escuela: realizar una campaña publicitaria en prensa y radio "ya que conviene hacer llegar al conocimiento de los padres de familia las ventajas que (...) puede prestar para el futuro de sus hijos", la adquisición de diverso material de enseñanza por valor de 9370 pesetas y 8 céntimos, una convocatoria pública para proveer plazas de profesores y la aprobación del Reglamento del Patronato que es remitido "a la superior jerarquía por si tiene algo que objetar sobre el mismo (...)."

El 2 de febrero de 1961 se aprueba el plan de estudios a seguir: "Que los cursos a desarrollar sean cinco, divididos en dos períodos. El primer período será de Iniciación Profesional o Pre-aprendizaje y constará de dos cursos (...). El segundo período será de Aprendizaje Industrial y constará de tres cursos (...)", especificándose las materias y contenidos a cursar en cada uno de ellos.

En la sesión del 9 de junio de 1961 se acuerda apoyar la iniciativa del Frente de Juventudes "de que se ayude a la construcción de la cancha deportiva que aquella Institución pretende construir en el patio frontero al Centro, ya que nos va a servir conjuntamente a ambas Organizaciones".

El 18 de abril de 1963 se envía a Madrid el Expediente de autorización del Centro, y el 19 de mayo de dicho año se concede la misma informando el Director de "la agradable noticia de que nuestro Centro ha sido autorizado por el Ministerio de Educación Nacional ".

Hasta el año 1974 permanece en las instalaciones del antiguo convento franciscano. En el curso 1974/75 se traslada a su actual ubicación en el Barranco del Carmen. Pero esto es ya otra historia.

NOTA.- Todas las citas textuales pertenecen al primer Libro de Actas del Centro.

Carlos Rodríguez Sanz, Períodico Digital elapuron.com. [28 de Enero de 2010]

domingo, 24 de enero de 2010

Mr Sabas y su león Sultán


Decir Anelio es decir muchas cosas. Es hablar del profesor, el escritor, el pintor, el etnógrafo, el investigador, el poeta, el cantante, el amigo, el buen amigo. Distintas facetas artísticas y humanas que es difícil conjugar en una única personalidad sin estridencias ni dandismo que le alejen de la realidad. En varias ocasiones he tenido la oportunidad de apreciar todas estas variantes de su personalidad, pero creo que en ningún momento tan hilvanadas como en la inolvidable conferencia que pronunció la noche del pasado viernes sobre las circunstancias reales que llevaron a la muerte de míster Sabas, director del Circo Yugoslavo y domador de leones que falleció en Santa Cruz de La Palma en 1935.

Anelio Rodríguez sacó la paleta para dibujar el retrato de la época en la que sucedió este episodio y del extraño y fascinante mundo del circo. Pero, sobre todo, para aclarar la circunstancia de la muerte de míster Sabas, ese domador de leones que murió, según contaba la tradición popular, del disgusto que se llevó cuando vio que las fuerzas de orden público abatían a tiros al león Sultán que se había escapado del circo y deambulaba libremente por las calles de la capital palmera ante el temor de los ciudadanos.

Pero en el ejercicio de la narración de nuestro escritor no se aprecian lecciones de moral, de recuperar la memoria histórica o de hacer justicia. El arte que emana de la realidad va incluso más allá de todos esos nobles deberes y entra en la órbita de la creación. El artista no reivindica el pasado, lo crea, lo construye, genera belleza incluso en lo injusto o desafortunado de esa maldita bala perdida que fue a parar en el cuerpo del domador cuando trataba de evitar que el pelotón sacrificase la bestia que, seguramente, Mr. Sabas hubiera podido dominar. Porque así fue la muerte del valiente domador y no por la impresión de ver muerto a Sultán.

El respeto de su familia, que guardó celosamente este secreto hasta que fue confiado a Anelio por una de sus hijas, es una de las claves interpretativas de este suceso y de la manera de narrarlo por su biógrafo. Es en esa relación donde se crea la atmósfera de lo que el director de cine Víctor Erice le comentó a Anelio Rodríguez cuando le contó esta singular historia. De alguna manera, ha sido míster Sabas quien te ha elegido para que reveles esa realidad. Es difícil discernir de dónde surge el proceso creativo, pero se reconoce por esa fuerza de seducción que se genera entre el yo y lo otro.

En Anelio este proceso no es solitario, sino compartido. En la conferencia fueron apareciendo inexcusablemente nombres que han marcado esta investigación sobre la vida y la muerte de míster Sabas. Tío Quico, en primer lugar, y es que es difícil conversar con Anelio sin que aparezca por un lado u otro el gran pintor Francisco Concepción, que fue quien primero le habló de la historia del domador. Ligado a él, como no podría ser menos, la Sabatina. Ese grupo de amigos que se reúne los sábados para pintar y que fueron quienes repusieron la lápida del domador cuando se rompió, junto con otras personas como Pepe López o Antonio Manuel Díaz. O el veterinario Juan Francisco Capote, que lo acompañó a ese viaje a Galicia para entrevistar a la familia, donde se desveló el misterio tan celosamente guardado por varias generaciones.

Esa personalidad integradora fue la que arrastró a tanto público como yo no recuerdo que se reuniera en la Casa Salazar para un acto cultural. Y Anelio no defraudó. Como en el circo, supo sacar todos los instrumentos para hacer sentir la ilusión de los magos, el equilibrio de los trapecistas con sus palabras y gestos, el humor de los payasos y la tensión y la incertidumbre ante la muerte que recorre el cuerpo cada vez que el domador abre la rejas de los leones y se enfrenta en solitario a las fieras como tantas veces hizo sentir en su vida míster Sabas al gran público.

David Sanz, Diario de Avisos.[24 de Enero de 2010]