viernes, 18 de diciembre de 2009
Los puros de Winston Churchill
Llegaba a la Isla, sin mucha publicidad, Winston Churchill, aquel ilustre político ingles que entró en la historia por su relevante papel durante la Segunda Guerra Mundial. Era la mañana del 26 de febrero de 1959, hace justo medio siglo. Hubiese sido un día normal en Santa Cruz de La Palma, propio de la época, de no ser porque el consignatario de la Casa Cabrera decidiera correr la voz que anunciaba la llegada al puerto de un barco con insignes personajes. Los que lo vieron cuentan que "curiosamente no había autoridades en el muelle, ni guardias, era muy raro. Como si viniera una persona cualquiera".
Las imágenes de aquel día regresan hoy a La Palma, con la apertura de una exposición fotográfica que rememora el acontecimiento. El momento en el que Churchill pisó la Isla resurge en la mente de muchos palmeros aún vivos, aquellos que se acercaron a las escalinatas del puerto para verlo llegar junto a otros personajes como Aristóteles Onassis, que ya era multimillonario por entonces. Entre los observadores, en las escalinatas estaba Roque Concepción, un tabaquero aún joven, de apenas 30 años, que no quiso perdérselo.
De cuclillas en las escaleras, junto a un centenar de personas, vio cómo el ilustre personaje, ya con 84 años, era ayudado por su médico y otros acompañantes para desembarcar. Su edad, sin embargo, no le impedía seguir disfrutando de una de sus reconocidas pasiones, el buen tabaco. Cuesta encontrar una imagen de Churchill en la que no esté fumando un puro y Roque Concepción lo sabía.
Aplaudió, como todos, hasta que Churchill cogió el taxi que lo llevaría por el sur de la Isla, una visita fugaz al paisaje volcánico de Fuencaliente. Pero Roque quería que el inglés probara sus puros antes de que se fuera y se fue a su casa para anillar un mazo de 25 tabacos que estaba haciendo por encargo del antiguo director de la cárcel de la Isla.
Concepción sabía algo de inglés, porque estudió Bachiller, y consiguió acercarse para cruzar unas palabras con aquel gigante de la historia. Entonces le dio los puros, "le dije que me acordé de que le gustaba fumar buenos tabacos y que esos eran los mejores". Me lo agradeció y luego se fue.
Al cabo de unos 15 días el cartero preguntaba por Roque Concepción: "Había llegado una carta desde Inglaterra dirigida a mi padre, porque su nombre era el que venía en la etiqueta de los tabacos (Manuel Concepción Pérez)". En la misiva el ilustre Winston Churchill le volvía a dar las gracias por el obsequio, pero además alababa la excelencia de aquellos puros artesanos. El tabaquero palmero, orgulloso, recuerda que la carta se la enseñó al director del colegio de inglés de Las Palmas: "Me la pidió para copiarla y se la quedó".
Hoy, Roque visualiza de nuevo aquel momento, al ver las fotografías expuestas del político inglés con sus inseparables puros. Y lo tiene claro: "Como los puros que se fumó Churchill, no los hay por todo el mundo. Era tabaco aromático, cultivado aquí en las mejores zonas. Esa semilla ya se perdió. Era tabaco del de antes, el verdadero tabaco de La Palma".
Este tabaquero ya jubilado, con 79 años, como muchos otros artesanos de la profesión, aprendió a hacer puros a los 7 años (se escondía del padre porque quería que estudiara), en una fábrica. Ganaba en una semana 115 pesetas, el doble que un padre de familia en otro trabajo de los más habituales en la época. Su marca era "La Troya". Desde hace tres años no fabrica, pero sus puros, parecidos (excepto en la materia prima) a los que tanto le gustaron a Winston Churchill, los sigue haciendo en su casa, sólo para él.
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